LaMayor nació en la primavera de 1950, la primogénita, el ojito derecho de la madre. Seis años después, y traída por otra primavera, apareció LaPequeña, una niña que seguiría sus pasos muy de cerca. A pesar de los años de diferencia, las hermanas siempre fueron las hermanas, muy muy parecidas. Vivían en Madrid y pasaban sus veranos y algún que otro fin de semana en un pueblecito de Cuenca donde sus padres tenían una casa.
Ambas encontraron a sus medias langostas siendo unas niñas, una en Madrid y otra en el pueblecito, hecho que sin duda marcó los siguientes años. LaMayor se convirtió en madre, construyendo una gran familia con 3 niños maravillosos, sobrinos a los que LaPequeña colmaba de regalos de su trabajo, con los que pasaba vacaciones e iba a todas partes, era la tía guay. Dos años después, atraída por su destino, LaPequeña abandonó el hogar de sus padres para formar el suyo propio a 165 Km de distancia, ambas seguían manteniendo su relación vía teléfono y alguna que otra visita. Pronto llegaron dos sobrinos para LaMayor, convirtiéndola en la tía de Madrid, la única e irrepetible.
Pasaron los años, cada una en su ciudad pero siguiendo vidas paralelas, madres, amas de casa y mujeres que vivían por y para su familia. La crueldad de una muerte muy temprana, la de su padre, las unió para apoyar a su madre e intentar reflotar una situación totalmente inesperada. Los viajes a la capital por parte de la familia de LaPequeña se hicieron más constantes, hecho que sin duda encantaba a todos los sobrinos y aunque no lo dijera pero sí lo demostrara, a la pobre abuela. Esos ratos juntas merendando en casa de LaMayor o paseando por la calle de Alcalá, mientras los niños jugaban en la sala de estar a la Master System, al Hotel o a las tinieblas, eran memorables, sin duda un soplo de aire fresco para ambas hermanas. Por no hablar de todas aquellas navidades cenando en casa de LaMayor y disfrutando de su maravillosa cocina, con Martes y Trece de fondo y acostándose a las tantas, gran cantidad de momentos irrepetibles. Once años después, y sin que nadie la esperara, llegó el bebé de la familia para todos, la última hija de LaPequeña, cerrando así el círculo de sobrinos, 3 niños y 3 niñas entre ambas hermanas, parecía que estuvieran predestinadas.
La vida siguió su curso con los mismos viajes, las mismas llamadas, muchas conversaciones entre ellas, grandes acontecimientos como el primer nieto de LaMayor…pero también llegó el día en que su madre no pudo más y se fue para reencontrarse con el amor de su vida. Después de aquello el vacío que quedó fue muy grande, sin embargo, pese a que muchos hermanos pueden tender a distanciarse tras la marcha de sus padres, ellas se unieron mucho más porque ante todo eran
amigas.
Los años volvieron a juntarlas otra vez en la capital, LaPequeña se mudaba, cerquita de LaMayor para poder tenerla a mano y disfrutar de compras, tardes de churros, noches de Vips, paseos por el barrio y conversaciones de lo divino y lo humano. Tras un par de años de tranquilidad, empezó la tormenta para LaPequeña, la familia atravesaba un golpe duro pero ante todo sabía que podía contar con su hermana mayor, y así fue en todo momento, la una para la otra. Salvaron el bache como pudieron y tiraron hacia delante, mirando a un futuro con la alegría de las bodas de sus hijos y nuevos nietos en la familia para ambas. Un aire rejuvenecedor sin duda y allí estaban ambas las primeras, en todo momento para apoyar a sus hijos y ayudar en todo lo que estuviera en su mano.
Desafortunadamente, la vida es como es, y tal día como hoy hace 2 meses nos enteramos que LaMayor tenía un cáncer que se había extendido sin avisar. Como siempre, nos unimos para sacar la mejor de las sonrisas y tirar hacia delante, vislumbrando un rayo de esperanza que se desvaneció por completo en cosa de días, abandonándonos hace un mes exactamente. Caímos fulminados ante semejante horror, sin poder hacer nada y preguntándonos cómo habíamos llegado a esto, por qué a ella con todo lo que le quedaba por vivir y siendo como era, por qué así tan rápido sin ninguna posibilidad de lucha, mil y una preguntas sin respuestas.
Ante esto poco más os puedo contar, la familia intenta levantarse como puede, su marido, hijos y nietos sin la mujer, madre y abuela que les cuidaba y estaba pendiente a cada segundo de ellos; LaPequeña, mi madre, haciéndose a una vida sin su mejor amiga; sus sobrinos, sin la única y mejor tía que jamás han tenido; todos aprendiendo a vivir sin ella. Siento que la vuelta al blog sea con esta entrada, pero queríamos dedicarle un rincón a ella y empezar a mirar hacia delante aquí también.
Nada mejor para acabar que decirte que
estés donde estés, todos te queremos mucho y te echamos de menos.