El Séquito

Este fin de semana hemos estado visitando a los abuelos, un finde allí es muy intenso porque son 48h del tirón y a veces te das cuenta de cosas que podrían pasar desapercibidas en cualquier otro entorno. El fenómeno al que nos vamos a referir hoy lo hemos bautizo como "El Séquito" en honor a la serie de televisión con el mismo nombre, que según Mrs. P nadie conoce (aunque tiene 8 temporadas). Mrs. P says: ni el tato la conoce, amos no me jodas.

Un séquito mucho más elegante que el de la serie de TV

Aunque os podéis hacer una idea de lo que os vamos a relatar por el nombre, allá van los 2 días que pasamos, cada uno contado por uno de nosotros. Igual se nota de quién son los abuelos por la narración, a ver si lo descubrís.

Sábado 15, 12:30 AM

Nos disponemos a salir un poco al parque en plan tranquilo para ver si tenemos un rato family-free, en cuanto cruzamos la puerta, vemos que salen la abuela poniéndose el bolso, el abuelo con la cámara de fotos y el tío con una pelota. Ingenuamente les decimos que volvemos en un periquete para ver si así desisten de su intención, pero al séquito no te lo quitas ni con agua caliente. Tienen argumentos de todo tipo para desarmarte, y cuando no los tienen, simplemente se hacen los locos. Así os imagináis el cuadro. Una niña en palmitas rodeada por 5 personas dándose codazos por ver quien lleva el carro, ahora ponerle la música de Ben y Hill que es lo que hago yo para hacerlo aún más divertido.

Sábado 06:30h PM

Después de una insatisfactoria siesta de 35 minutos, preparamos el petate para ir de compras. Esta es una de las pocas formas que hay de dejar parte del séquito en casa, os podéis imaginar quienes.

Una vez llegados al centro comierdal (se nota lo mucho que me gustan) podemos ver un recital de la abu saludando gente y fardando de nieta, de hecho, creo que saludó a gente que si no fuese con chewy habría pasado de largo. 

Sábado 09:30 PM

Después de que la peque apenas cenase por la excitación de ver tantas cosas moviendose por el jardín, dejamos que cansase un poco más a los abuelos para así poder quedarnos con el salón. Los pobres iban de una silla a otra porque ya no podían con su alma. Los acostamos a todos a la vez, no nos hizo falta ni cantarles. Estamos solos, ¡al fin!.

Domingo 16, 8:30h AM.

La padawan comienza su rutina de soniditos varios y croqueta para despertarse, se oye un murmullo al otro lado de la puerta a lo que le chisto para poder remolonear un rato en la cama sin nadie revoloteando. No contenta con sus ruiditos, empieza a llamar a su madre, su padre y el ayayay… no hay salida. La abuela da los buenos días con la oreja pegada.

Domingo 11:30h AM

Tras una minisiesta de media hora, la abuela empieza a denotar el calor que hace en el jardín, buen momento para un baño en la piscina para la guacha. Aceptamos barco pero poco que pronto empezará a apretar la calorina manchega y no hay quien aguante. En menos de 1 minuto, cronometrado, la abuela está con el bañador - lo llevaba ya puesto, no sabe ni ná - dentro de una piscina redonda de un metro de diámetro, el abuelo con un trípode y la cámara para hacer un vídeo - que luego nos montará en una película pa echar la lágrima -  y del tío esta vez nos libramos, domingo de resaca que no lo levanta ni la niña de sus ojos. Pa grabarnos estábamos.

Domingo 01:30h PM

Unos vecinos y amigos con niños nos avisan que han llegado a Cuen a pasar la semana. Decidimos ir a verles y salir despacio aprovechando que están con sus labores, cuando en el preciso momento de cruzar la puerta, sale todo el séquito detrás diciendo que SE VIENEEEEN con la excusa de que quedan pocas horas para aprovechar de la padawan. Santa Madonna.

Domingo 07:30h PM

Cuando ya bajó la caló, y tras haber dejado a la criaturica que cansase a los abus pasillo arriba pasillo abajo mientras los padres sobábamos como si no hubiera mañana, nos encaminamos a dar un paseo por la urbanización. Después de casi 48 horas pensábamos que tendríamos media mientras descansaban, pero ¡ay, ignorantes! descansar es para abuelos y tíos rajaos, estos prefieren ir presumiendo de nieta y sobrina hasta con los pajaricos de los árboles.

Cuando llegamos a casa por la noche, después del viaje y dormir a la criatura espídica, no nos lo creíamos, no se oía nada… cri cri cri.